martes, 18 de diciembre de 2007

Capitulo uno, su juego preferido.

Hoy, en medio de la penumbra recordé como empezó todo, recordé la primera vez, que jugamos su juego favorito y también recordé como me convertí en su esclavo sumiso.

Como si fuera ayer me ví reflejado en el espejo, atado de pies y manos y el cuello, desnudo y con una mezcla de dolor y placer.

Recuerdo claramente cuando conversamos acerca del tema, de su fantasía y su juego preferido. Al principio le costó hablarlo, pero insistí tanto que me soltó de una.
Teníamos una relación de algún tiempo y podría llamarse sería. Al menos ya habíamos visitado a nuestras respectivas familias, aunque la de ella era sol el padre, un viudo algo taciturno. Recuerdo que mi primera reacción fue reir y lo hice tan fuerte como puede, pero ví su rostro un avergonzado y triste por la situación que me detuve y la abracé. Mientras la abrazaba pensé algunas de las implicancias de las aventura y no pude evitar decir “acepto”.

El día que decidimos llevarlo a cabo ella estaba radiante. Llegó sonriendo y me besó. Conversamos cosas cotidianas y cargé su mochila. Caminamos en dirección del motel y el trámite fue sencillo puesto ya habíamos reservado una habitación.

Cinco minutos después estamos solos y sin contratiempos, besándonos sobre la cama intensamente. De pronto me interrumpió y me preguntó si recordaba lo que había hablado acerca de realizar su juego preferido, “obviamente” comenté y sonreí “pensé que ya lo habías olvidado”. Entonces con un hábil movimiento de sus piernas se puso sobre mí y con una sonrisa maliciosa me dijo “empecemos”. Estaba condenado así que asentí, la hice a un lado y me levanté. Fui hacia el centro de la habitación e inocentemente dije: “por donde quieres empezar”.

Me miró y esa mirada maliciosa le volvió a iluminar el rostro. Se llevó el dedo indice al la labio inferior y en pose sexy me dijo: “mmm, desnúdate”.

Sin intensión me saque la ropa y la fui dejando al lado. Quede desnudo a su vista. Ella se levanto de la cama aun sonriendo y mirándome. Fue hacía los mandos de la luz y bajo la intensidad. La habitación quedó en penumbras.

La seguí con la vista en dirección a su mochila y buscó algo. Saco varias objetos que no logré distinguir por la penumbra. Se acerco a mí con las manos en la espalda y me pidió que me diera vuelta. Ella era un poco más baja, tal vez unos 8 o 10 cms. estando descalza. Así que con algo de esfuerzo puso una tela en mis ojos que amarró fuertemente. Involuntariamente reaccioné y traté de soltarla, pero su mano golpeó mi brazo y fue señal suficiente para que no lo intentara otra vez. Se alejó y volvió, me pidió “siéntate”.

Accedí. Una vez sentado dió una vuelta completa a mi alrededor. Musitó algo que no entendí y me luego repitió más alto: “pon tus brazos hacia atrás del respaldo”. La silla de respaldo bajo y sin apoya brazos me permitió poner los brazos como ella quería. Rápidamente tomó mi muñeca y sentí el frío y la dureza del metal en ella, antes de poder decir nada sentí la misma sensación en la otra muñeca. A pesar de solo sentirlas imagine con exactitud unas esposas, que se cerraron al unísono. Sentí pánico y trate de levantarme, sin embargo ella me empujó hacia la silla y me dijo con voz firme: “acaso no confías en mí. Acaso crees que te haré daño”.
Esas palabras fueron tranquilizadoras y pensé que esto era un juego y no otra cosa. De alguna forma el miedo inicial se transformó en toda una aventura. Cuando termine estos pensamientos ya tenía sujeto cada pie a una pata de la silla. Entonces sus manos frías estaban en mi cuello y sentí algo áspero en mi cuello, imagine una correa o un cinturón. Me lo confirmo el momento que lo ajusto a mi cuello.

Ya casi sin poder moverme sentí su mano sobre mí muslo. Avanzó hasta mi rodilla y allí sentí el peso de su cuerpo sobre mi pierna. Luego sentí su brazo rozar mis genitales, se extendía tratando de alcanzar algo. Finalmente y sin que se cumplieran ninguna de mis expectativas sentí algo me tiraba hacia tras. Debí dejar mover la cabeza hacia arriba un poco para no sentir que me tiraba. Sentí como algo se amarraba entre mis pies y ya estaba completamente sin movilidad.

Me susurró “espérame aquí, no te arrepentirás”. Me besó y olvidé por completo todo, además así donde podría ir.
Escuche que una puerta se cerró, asumí que era la del baño. Traté de zafarme y tras varios intentos solo logré que me dolieran las muñecas y los pies o el cuello. Parecía como que todo estaba unido. Trataba de mover mis pies y me dolían las muñecas. Movía las muñecas y me dolía el cuello y los pies me tiraban. Luego de unos minutos no lo intente más.

La espera se hizo eterna y cada segundo ya me incomoda en aquella situación y me arrepentía de haber iniciado el juego. Me sentina tonto y ridícula la situación. Empecé a desesperarme un poco, a respirar más de prisa y el dolor era cada vez más intenso.

De pronto, volví a escuchar la puerta. Oí unos pasos que se acercaban, eran zapatos con un taco delgado. Los pasos se detuvieron detrás de mí y la venda cayó a un lado.
me paró delante de mí.

Ella se detuvo ante mí, a un metro o dos y apenas mis ojos se acostumbraron a la penumbra la vi como la versión más hermosa y sexy de aquella mujer.
La vi como nunca la habría soñado y la vi como realmente era.

Vestida completamente de negro, con botas de cuero altas, hasta la rodilla, medias con porta ligas, calzón de cuero, corsé de encajes, guantes de cuero hasta el antebrazo y algo así como una fusta en su mano. Me sonrió con la confianza de quien se sabe tiene el dominio de la situación. Caminó y levantó la pierna para dejarla caer sobre la silla entre el espacio que dejaban mis piernas. Por un minuto sentí horror por mis genitales y traté de mirar, el dolor me detuvo y no pude enderezar la cabeza.

Mirándome fijamente me dijo: “ahora vamos a jugar. Seré tu ama y tendrás que hacer lo que te pida”. Golpeó la fusta sobre mi pecho. “Hoy serás mi objeto de placer” y me golpeó la pierna con la fusta. Camino a mi alrededor y dijo “Te ves hermoso así, me encanta saber que eres mío entero y puedo controlar cada una de tus acciones”. Volví a sentir la fusta en la otra pierna.

Ya casi al borde de gritar y mandar todo a la mierda se me acercó, tomó de mi barbilla y me besó en los labios de la forma más apasionada que jamás lo hizo. Casi como magia mi dolor desapareció. Avanzó hasta quedar sobre mí con sus piernas entre abiertas. Tomó aliento y siguió besándome. Luego extendió la zona y besó mis mejillas mi frente y mentón mientras acariciaba mi pecho.
Al llegar a mi pecho alternó los besos con pequeños mordiscos. Lamió mis tetillas y continuó bajando lentamente. El dolor casi ya no lo sentía y me dí cuenta que tenía una erección. Mientras besaba y mordía alrededor del ombligo tomo mi pene y comenzó a masturbarme. Me dio sexo oral, increíble sexo oral y el tiempo se detuvo.

Ya casi no sentía las partes de mi cuerpo amarradas por el dolor y por otra parte el placer de sus besos y caricias me tenías a con adrenalina a tope. Era una extraña yu excitante mezcla de sensaciones. Cerraba los ojos y apretaba los dientes.

Se detuvo de improviso y abrí los ojos. Dio un paso atrás y alcance a ver como se quitaba el calzón. Avanzó y se sentó sobre mí. Mi pene duro como nunca la penetró y comenzó a moverse una y otra vez, cada vez más rápido mientras me abrazaba cada vez más fuerte. Luego y de pronto, soltó un gemido y se detuvo. Un minutos después sus movimientos fueron lento hasta quedarse quieta.

Pasó un largo rato en silencio abrazada a mí. Luego se incorporó con la misma sonrisa maliciosa. Se limpió el sudor de la frente y me preguntó “te gustó”. La miré y a pesar de todo solo pude decir “sí”.